“O conquisto Estambul, o Estambul me conquista a mí”, es una frase que leí y me pareció que hacía sentido. Gracias Sultan Mehmet por decirla (quien quiera que seas jajaja)
Llegué con mamá y mi prima Fernanda a medio día.
Tomamos un taxi desde el aeropuerto, por cierto, uno de los aeropuertos más impresionantes que he visto. Parece centro comercial de lujo. Siempre que veo un gran aeropuerto algo me da pena del nuestro en mi querida CDMX jajaja.
Nos quedamos en el barrio de Gelata, en un hotel muy coqueto que se llama Georges Hotel. El desayuno, típico turco: huevos, queso, aceitunas, miel y té, lo servían en la terraza con unas vistas espectaculares al Bósforo. Dónde un mesero muy amable me explicó por primera vez que ese río divide dos continentes.
Esta fue la primera impresión que tuve de Estambul– una ciudad dividida y al mismo tiempo mezclada entre la cultura europea y asiática. Entre más lo pensaba, más me impresionaba.
¿Cuántas ciudades son una metrópolis con una historia tan antigua? La antigua Constantinopla (ahora Estambul) estuvo bajo el dominio de diferentes imperios, desde el romano hasta el bizantino y finalmente, el famoso Imperio Otomano.

En la noche, salimos a conocer nuestro barrio, que claro, es de los más turísticos y estaba a reventar, con 50 mil turistas tomandose la misma foto enfrente de la Torre de Gelata.
Les mentiría si les digo exactamente lo que hize en Estambul jajaja. Pero puedo contarles mis principales recuerdos, el Hamam (baño turco) que hicimos, dónde me bañó y me exfolió una desconocida. Que experiencia tan increíble.
Kılıç Ali Paşa Hamam es el lugar.

Recuerdo la cantidad de gatos que salían por todas partes, la gente los adora y les da de comer. Algunos le dicen “la ciudad de los gatos”.
Lo guapos que son los turcos y lo buenos que son vendiendo, les prometo, que entre mi mamá y mi prima, aumentaron el PIB de esa ciudad. Lo feliz que estuvo mi mamá cuando consiguió un buen precio con un vendedor de jarrones, dónde triunfamos gracias al arte de regatear.

Recuerdo la palabra “Taksi” en los Taxis, el elote dulce en las calles, el olor fuerte a café turco, el crunch cuando mordía algún Baklava, los días largos con nuestro guía tan simpático Omer Cakirca, el Palacio de Santa Sofía, cómo se nos abrió la boca entrando a la Mezquita Azul, el barrio de Karakoy, la cantidad de tapetes, lamparas, especias en el Gran Bazaar y las compras de emergencia que hicimos en la calle Istiklal con el reembolso de AMEX por que nuestra maleta nunca llegó.

Podría darles mil más consejos prácticos de lo que hay que hacer, pero uno, ni me acuerdo y dos, para eso esta Chat GPT.
Con esta descripción, espero haberles dado una idea de cómo se siente Estambul: cultural, histórica, auténtica, polarizada y llena de vida. De los grandes viajes del 2021, una de mis ciudades favoritas, sin lugar a duda. Volvería con los ojos cerrados.
Igual que París; nada igual.
Si aún no haz ido, te prometo, no te arrepentirás.